lunes, 18 de mayo de 2009

Mi historia con Mario Bendetti

Alguna vez conocí a un Mario que me enamoró con Benedetti.

A los 14 años se sabe poco, de política, de amor y de la vida. Pasaba las tardes metida en su casa. Los libros de Yesterday y mañana, Poemas de hoy por hoy y la primera antología, nos acompañaban. Y eran tardes borrascosas, con la luna en creciente y un reloj palpitante que me decía que debía correr a casa antes de que mi madre se diera cuenta de mi ausencia.

Sé que todos, o al menos unos cuantos, tenemos una historia donde Bendetti nos llevó de la mano; esta es la mía:

Mario, mi Mario, era un hombre mayor que yo, diez años para ser exactos. Me llevó a las marchas del entonces recién fundado PRD, conocí con él la Cineteca Nacional, los teatros universitarios, la música reggue y el ritmo ska. Discutimos por horas los textos que me prestó de Marx, Lenin, Tortsky, Kundera… me enseñó a leer a Galeano, a Neruda, a Sabines y a Benedetti. Como todo aquel que se siente llamado a no quedarse inmune ante la historia, él y yo teníamos nuestro poema: “Hagamos un trato”. Era nuestra promesa, para cuando el mundo, la sociedad, la historia, la revolución, la política, el hambre, la superficialidad, las epidemias, comenzaran a extinguirnos. Si el caos llegaba a nuestra vidas podíamos saber que si nos llámabamos podríamos contar con nuestra compañía.

Cuando ya no pudo prestarme más libros me llevó a una biblioteca y sacó una credencial a mi nombre para que leyera todo lo que quisiera. Antología de Benedetti, fue uno de los libros que me robé de esa biblioteca. Todavía la poseo. Sé que habrá otras generaciones que se habrían quedado sin leerlo por mi culpa, pero sé también que el propio Benedetti se lo habría robado.

Viví una adolescencia feliz con un compañero que me mostró el mundo. Benedetti era el ingrediente de las tardes de vino y la sala llena de libros. Él fue un caballero, no Benedetti sino mi propio Mario, esperó cinco años, mostrándome libros, cuentos, novelas, discos, videos… llevándome a marchas, reuniones, paseos… cinco años esperando nada. Me enamoró, me acompañó todos los días y me dejó ir cuando yo ya era una mujer de 20. Nunca me tocó más allá de los hombros, más allá de los codos, más allá de la espalda guardada en una blusa.

Nos dejamos, lo dejé, me dejó… sé que puedo llamarlo cuando quiera, sé que cuento con él si quisiera. Pero nunca lo volví a ver. He seguido siendo esa mujer que Mario, mi Mario y Benedetti, formaron en mis años mozos. Sigo luchando, sigo escribiendo, sigo leyendo, sigo cantando… me sigo indignando ante el sufrimiento humano.


Ayer me enteré que Mario Benedetti murió y recordé mi propia historia. Fue parte de mi formación, de mi mundo, de mi perspectiva de vida. Fue un guía en la lucha, en la belleza, en la sensibilidad, en la forma de querer. Murió y se llevó a la tumba los aromas de miles que como yo se amaron con su poesía. Jamás, quien no haya tenido una historia de a deveras, comprometida con las causas sociales, entenderá sus poemas. "Sus poemas son para los que no se salvan". Sé que los que tienen su historia entrelazada con él entenderán lo que digo.



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