sábado, 27 de junio de 2009

Todo el mundo, menos yo, llora por Michael Jackson. ¡Su muerte me importa un cacahuate!

...Y si escribo esto es porque me siento atiborrada por el control de masas, la sugestión social, “la borregues humana”, las ganas de sufrir por algo, la manipulación mediática… y, como siempre, me enternece la capacidad humana para irse por lo más sencillo, lo más masticado, lo más fácil, lo más predecible.

Considero que Michael era un hombre cuyas únicas cualidades plausibles eran bailar y cantar, cualidades que nadie niega, fuera de ahí no encuentro más. Puedo rentar todos sus videos, divertirme con todos sus pasos de baile, gozar, reír y llorar con sus canciones; después apagar los aparatos electrónicos y da lo mismo que me coma un helado, me eche un baño, me ponga a leer a Saramago o simplemente le cambie al canal de T.V… Su muerte no cambia en nada ni mi vida, ni mi mundo, ni mi percepción de la realidad.

¿Su muerte cambiará el rumbo de la historia? No. ¿Será recordado en dos siglos? No. ¿Podremos vivir sin él? Sí. ¿Cuál es el motivo de tanto desgarramiento de vestiduras?

Michael Jackson no me causa ni un pestañeo, no me mueve nada que no sea bailar y ya. En cambio puedo mencionar a hombres imprescindibles que verdaderamente cambiaron el mundo: Jesucristo, Carlos Marx y Sigmund Freud… eso sí eran “de los imprescindibles” que dijo Bertolt Brecht.

1. Jesús: dividió la historia en Antes y Después de Cristo. Fue el pilar de una de las tres grandes religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islamismo). El cristianismo por su parte fue la base del pensamiento occidental, así que marcó la diferencia entre los dos grandes polos de cultura contemporánea: occidente y oriente. La primer imprenta lo primero que hizo fue publicar la Biblia. Los primeros traductores se profesionalizaron para dar a conocer su historia. Jesús ha sido multi-interpretado por protestantes, católicos ortodoxos, católicos romanos, testigos de Jehova, adventistas, sabatistas, etc. Hasta los gobernadores de Estados Unidos (y eso es como si Satanás lo avalara) juran con la mano sobre su sagrada palabra. 21 siglos han pasado desde que Jesús nació y nadie puede decir que no conoce su historia.

2. Carlos Marx: Sus ideas nada más dividieron el mundo en dos polos: entre el bloque capitalista y el socialista. Propuso la primera organización internacional de trabajadores. Explicó cómo funciona el capital y el enriquecimiento (sólo por eso) los más ricos empresarios del mundo lo conocen, lo adoran y le temen. No creo que haya un solo millonario que no conozca a Marx (los que no lo conocemos somos los pobres, por eso tenemos falsa conciencia). Ha sido censurado, sin embargo, influyó en el pensamiento de los más grandes luchadores sociales: Flores Magón, Ernesto “Che” Guevara, Salvador Allende, Vladimir Ilich Lenin, León Trotski, Mao Tse Tung: ¡hombres que sí cambiaron la historia! Por si fuera poco este hombre de largas barbas encontró las raíces más profundas de la construcción dialéctica del pensamiento y propuso el método de análisis del materialismo histórico… ¡Hay más! Fue quien nos explicó quién es un burgués, quién es un obrero y quién es un campesino… ¡Además nos dijo como cambiar al mundo! No hay un solo revolucionario que no haya leído a Marx.

3. Sigmund Freud: Este señor vino a decirnos quiénes somos, por qué amamos, por qué odiamos, por qué creemos, por qué tenemos religiones, por qué somos fans de alguien, por qué nos manipulan en masa y cómo, por qué surgió la cultura, por qué existe el deseo, por qué tenemos miedo, por qué tenemos sueños, por qué decimos chistes, por qué nos sentimos solos, por qué existen dioses, por qué hay guerras, por qué hay machismo, por qué hay líderes, por qué hay histeria, por qué hay inconsciente, cómo funciona el lenguaje, cómo surgió la ley y las instituciones, qué es un signo, por qué nos estructuramos como seres deseantes, qué función tiene la sexualidad, qué función tiene la represión… El querido Freud vino a decirle a la ciencia que estaba equivocada desde que Descartes sacó al sujeto de la construcción del conocimiento para “volverlo objetivo” (esto está más elevado, pero igual es muy, muy, ¡pero muy importante!). Además los grandes pensadores de los últimos tiempos han estado influidos por su ideas: Lacan, Foucault, Marcuse, Horkheimmer, Habermas, Castoriadis y un montón, pero un montón más… Y no se diga el cine (Jodorowsky, mi favorito), la literatura, la mercadotecia, la publicidad y hasta esa maldita televisión que ahora habla de la muerte de Miachael Jackson.

Bueno, pues sólo ante la tumba de estos dos últimos grandes hombres lloraré sin consuelo. Sin ellos el mundo, definitivamente sería otro. Por lo demás, para citar a Jesús: “dejo que los muertos entierren y lloren a sus muertos”.

Lamento que muriera Michal Jackson, igual que si se muriera un señor perdido en algún país selvático en una tribu desconocida. Su muerte no cambia en nada mi vida y tampoco la de ustedes. A menos que ustedes hablaran con él dos veces al día por teléfono, si vive o muere es casi lo mismo, pues lo seguirán viendo en T.V. igual que cuando estaba vivo.

Réquiem

Y como dice la banda rockera La Cuca: “Ese muerto no lo cargo yo, que lo cargue el que lo mató”

lunes, 18 de mayo de 2009

Mi historia con Mario Bendetti

Alguna vez conocí a un Mario que me enamoró con Benedetti.

A los 14 años se sabe poco, de política, de amor y de la vida. Pasaba las tardes metida en su casa. Los libros de Yesterday y mañana, Poemas de hoy por hoy y la primera antología, nos acompañaban. Y eran tardes borrascosas, con la luna en creciente y un reloj palpitante que me decía que debía correr a casa antes de que mi madre se diera cuenta de mi ausencia.

Sé que todos, o al menos unos cuantos, tenemos una historia donde Bendetti nos llevó de la mano; esta es la mía:

Mario, mi Mario, era un hombre mayor que yo, diez años para ser exactos. Me llevó a las marchas del entonces recién fundado PRD, conocí con él la Cineteca Nacional, los teatros universitarios, la música reggue y el ritmo ska. Discutimos por horas los textos que me prestó de Marx, Lenin, Tortsky, Kundera… me enseñó a leer a Galeano, a Neruda, a Sabines y a Benedetti. Como todo aquel que se siente llamado a no quedarse inmune ante la historia, él y yo teníamos nuestro poema: “Hagamos un trato”. Era nuestra promesa, para cuando el mundo, la sociedad, la historia, la revolución, la política, el hambre, la superficialidad, las epidemias, comenzaran a extinguirnos. Si el caos llegaba a nuestra vidas podíamos saber que si nos llámabamos podríamos contar con nuestra compañía.

Cuando ya no pudo prestarme más libros me llevó a una biblioteca y sacó una credencial a mi nombre para que leyera todo lo que quisiera. Antología de Benedetti, fue uno de los libros que me robé de esa biblioteca. Todavía la poseo. Sé que habrá otras generaciones que se habrían quedado sin leerlo por mi culpa, pero sé también que el propio Benedetti se lo habría robado.

Viví una adolescencia feliz con un compañero que me mostró el mundo. Benedetti era el ingrediente de las tardes de vino y la sala llena de libros. Él fue un caballero, no Benedetti sino mi propio Mario, esperó cinco años, mostrándome libros, cuentos, novelas, discos, videos… llevándome a marchas, reuniones, paseos… cinco años esperando nada. Me enamoró, me acompañó todos los días y me dejó ir cuando yo ya era una mujer de 20. Nunca me tocó más allá de los hombros, más allá de los codos, más allá de la espalda guardada en una blusa.

Nos dejamos, lo dejé, me dejó… sé que puedo llamarlo cuando quiera, sé que cuento con él si quisiera. Pero nunca lo volví a ver. He seguido siendo esa mujer que Mario, mi Mario y Benedetti, formaron en mis años mozos. Sigo luchando, sigo escribiendo, sigo leyendo, sigo cantando… me sigo indignando ante el sufrimiento humano.


Ayer me enteré que Mario Benedetti murió y recordé mi propia historia. Fue parte de mi formación, de mi mundo, de mi perspectiva de vida. Fue un guía en la lucha, en la belleza, en la sensibilidad, en la forma de querer. Murió y se llevó a la tumba los aromas de miles que como yo se amaron con su poesía. Jamás, quien no haya tenido una historia de a deveras, comprometida con las causas sociales, entenderá sus poemas. "Sus poemas son para los que no se salvan". Sé que los que tienen su historia entrelazada con él entenderán lo que digo.



viernes, 24 de abril de 2009

Influenza: ¿Una epidemia imaginada?

Escucho las noticias acerca de la epidemia de influenza y no puedo evitar traer a mi memoria los largos episodios televisivos que en Estados Unidos promovieron el terror por el antrax. En ese entonces se decia que el antrax llegaba por correo a las casas, directo desde un remitente terrorista. Mucha fue la gente que, aterrorizada por los medios de comunicación, se escondió en sus casas, uso cubre bocas y apoyó la guerra en contra de Irak.

Bien, no he dejado de escuchar acerca de la epidemia de influenza en México y comienzo a preguntarme si detrás de la alarma epidemeológica no habrá algo de mano negra.

El sociólogo Juan Luis Pintos habla de que los medios de comunicación son realmente medios de construcción de realidades, por medio de ellos se puede hacer creer a la sociedad que algo es real,
por ejemplo:"el hombre llegó a la luna", "Calderón ganó la presidencia", "Gloria Trevi es inocente", etc...

Los medios de construcción de realidades han hecho del pánico por el antrax una realidad convertida en guerra y quién sabe si en el caso mexicano la epidemia de influenza tenga un fin por debajo...

Sólo recordemos que vivimos en un país donde la mayor parte de los medios de comunicación son censurados y Televisa y TV Azteca mantienen el monopolio de la "información".

Dicen que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. Basta leer en texto de José Agustín, Tragicomedia mexicana 1, para conocer la manera en como la promoción de la fiebre aftosa, ayudó para que el gobierno estadounidense acabara con la producción ganadera en México: una crisis de la que jamás se levantó. Sin embargo, esa epidemia que afectaba al ganado vacuno en 1947 se explotó en los medios de comunicación y el ejército se encargó de matar diversos tipos de ganado en casi todo México, una masacre en la que participaron estadounidenses y mexicanos. (ver http://www.sagarpa.gob.mx/cgcs/boletines/2004/noviembre/ponenciaOIRSA111104.pdf).

Recuerdo que uno tia que vivió el episodio de la fiebre aftosa, contaba que el ejército mató no sólo ganado vacuno, sino caprino, porcino y hasta animales de corral, lo que evidencía que el uso de la fuerza gubernamental se extrema en momentos de crisis epidémicas.

Salgo a la calle, veo a la gente con sus cubre bocas, las avenidas vacías, las escuelas sin alumnos y me da miedo ver esa soledad, en contraste veo los camiones del ejército rondando por las avenidas.

Hay una epidemia, pero no hay claridad, algunos dicen que son 70 casos, otros que 45, otros que 1200... ¿Quiénes han muerto? ¿Cuántos? ¿Cuáles son sus nombres? ¿Por qué sólo se ha hecho autopsia a 20 casos? ¿Porque hay datos del seguro social que después son desmentidos?
¿Y si todo fuera sólo un termómetro para saber cuánto control puede tener el estado sobre sus ciudadanos? Estados Unidos ya lo ha hecho, ¿por qué México no lo habría de hacer?
(http://www.newstin.com.mx/tag/mx/117837849)

Primero vino el Chupacabras, después vino una bruja que dijo dónde estaba una osamenta, después unos naufragos que sobrevivieron en una tavesia de tres meses desde Nayarit hasta Asia... y ahora ¿hay una epidemia de influenza?

Tengo dos hipótesis:

  • Posiblemente la difución de la influenza sea una estrategia del gobierno para medir su capacidad de control social sobre la población, mandando a la gente a esconderse a su casa.

  • El gobierno necesita la ciudad vacía para que el ejército haga su investigación en campo y vea donde van a poner sus retenes ahora que se acepte que el ejército ande por las calles de todo el país para acabar con el narcotráfico.

También recuerdo un poco a Michael Foucault cuando habla del orden del discurso, del poder y del control social...

No sé, pero los rokeros siempre tienen la razón y recuerdo una rola que dice: "¡¡mienten mucho nos les creo nada!!"

Bueno, yo no me moriré de influenza.